martes, 7 de diciembre de 2010

En 120 años no había llovido tanto en Venezuela

Expertos del Departamento de Ingeniería Hidrometeorológica de la UCV (Foto Ublado Medina/El Carabobeño)
El sol aún no sale para Venezuela. Las fuertes precipitaciones que han nublado el extenso cielo nacional, sobrepasaron los niveles de lluvia, de hace 40 años y se sitúan como las más potentes en 120 años de la historia en el país, tras acumular hasta ahora 1.600 milímetros en lo que va de 2010, reseña El Carabobeño.
Los registros del Instituto de Hidrometeorología de la Universidad Central de Venezuela (UCV), sólo llegan a los últimos 40 años, por lo cual se remiten a las cifras del Observatorio Naval Juan Manuel Cajigal, el cual ha funcionado desde 1890.
Valdemar Andrade, miembro del Instituto universitario, explica que los años más lluviosos, se registraron en 1996, cuando alcanzó la pluviosidad niveles de 1.400 mm y en 1938, siendo en aquella ocasión 1.280 mm, por lo cual alertó que “la temporada de lluvias no ha terminado” y que aunado a ello se han presentado suelos saturados y una situación inminente de inundaciones y deslizamientos de tierra en casi toda la zona costera.
También presente en la entrevista Carmen Fermín, ingeniera Hidrometeorologista, señala que son difíciles los pronósticos a largo plazo, pero por el momento el tiempo mejorará. “Seguirá lloviendo, pero con mucha menor intensidad”.
A su juicio, las precipitaciones serán locales y no tan generalizadas como lo fueron durante los últimos días, en la parte norte costera. Su estimación es que en Zulia, Miranda, Distrito Capital y Anzoátegui haya lluvias intermitentes.
La tendencia es a que disminuyan las precipitaciones, porque “ya entramos en la temporada seca, es decir, hay un desfase en el fin de la época lluviosa”, manifiesta.
Sin tendencia clara
Es hasta irónico cuando se mira a través del retrovisor, recordar que durante los primeros seis meses del año, industrias, empresas y población en general estuvieron sometidas a un fuerte racionamiento energético, producto de una sequía y ahora, se presente el otro extremo de la balanza.
“No es común que se presenten los dos extremos seguidos”, expresa Andrade y como ejemplo citó a los caudales del río Caroní, “la variación anual sube y baja, oscilando alrededor de un valor promedio. Hay períodos secos consecutivos y luego lluvias intensas, es decir, no hay una tendencia clara, puede suceder cualquier cosa”.
Un ejemplo de ello es el año 2009, el cual califica como moderadamente seco, “no extremos como el año 2001″, después de lo visto en el año 1999, durante el deslave en Vargas, “no hay problemas en pasar de un extremo a otro, éste reside en la preparación de la población”.
Respecto a la preparación, comenta que el sector eléctrico ya demostró no estar preparado para una sequía moderada como la mencionada en el año 2009 y que se extendió hasta la mitad del presente año, y “ahora se está notando lo mismo con las lluvias”.
A juicio del profesor jubilado de la UCV, al Estado le hace falta mucha planificación a largo plazo para minimizar la vulnerabilidad de la sociedad en cuanto a emergencias, “se actúa con paños calientes, es decir al día con lo que ocurre”.
Instruir a la comunidad
Andrade indica que respecto a la prevención hay dos niveles de trabajo: el institucional y el comunitario. En el primero se requiere planificación, se definen las amenazas, vulnerabilidades, y al identificarlas se hacen planos por zonas.
Se deben ver los lugares donde no se pueden construir viviendas, hasta qué punto es capaz de resistir un suelo sin que haya deslizamiento o se inunde, instalar censores e infraestructura para registrar y controlar cualquier amenaza que se presente.
Fermín afirma, que la UCV ya tiene experiencia en las comunidades, en las que hay varios componentes. “El primero es el sistema de alertas, es decir, el monitoreo constante de las lluvias; capacitación y entrenamiento de las comunidades para instruirles cuáles son amenazas o vulnerabilidades para determinar rutas de escape, situar refugios, hacer grupos de trabajo que traten las emergencias”.
También asevera que es imprescindible el monitoreo comunitario. En otras palabras, enseñar a los ciudadanos cómo hacer pluviómetros de bajos costos y regletas para medir los niveles de los ríos, “deben saber cuándo declarar alerta”.
Fermín indica que es importante que sepan cuándo acudir a Protección Civil, reaccionar en el momento adecuado, “es decir, no esperar a quedar aislados”.
Después de las lluvias se debe iniciar la labor preventiva a futuro, que compone la definición de un plan de desarrollo local, estudiar cómo se actuó en la última situación vivida, qué problemas se presentaron en la aplicación del plan para irlo mejorando en el tiempo, entre otras.
Más vulnerables

Valdemar Andrade descarta que las lluvias sean cada vez más fuertes en el país, “nosotros somos más vulnerables”, aclara. Para ello explica que en los años 50, en el litoral central hubo una vaguada, acompañada de deslaves, pero no ocurrió nada, porque no había gente en esa zona, “la diferencia con el año 99 es que ya se había asentado una población en el lugar”.
Según el especialista “es cuestión de que como hay actividad humana en la zona, se hace vulnerable, y esa amenaza genera riesgos”. Para minimizarlo se hace imprescindible un plan, “la gente debe conocer su grado de exposición, y así tomar previsiones para actuar”.
Carmen Fermín, quien también trabaja en varios proyectos de investigación, razona que deben tomarse en cuenta para la planificación, las zonas que pueden ser residuales y otras de recreación, “porque durante el 99 se vio y ahora también que se construyen casas o apartamentos en planicies que atraviesan quebradas, las cuales van al Mar Caribe”, hecho que califica como una “bomba de tiempo”.
Un ejemplo de vulnerabilidad se evidencia en Falcón, en las zonas de Tucacas, Chichiriviche o El Tocuyo, porque es baja y el drenaje es complicado, “cualquier lluvia estanca el agua y tienen el agravante de que una represa se fue, lo cual se podía prevenir sólo con mantenimiento”.
Sin exagerar
En referencia a declaraciones de algunas autoridades gubernamentales que recientemente restaron importancia a informaciones publicadas en medios de comunicación sobre la relevancia de la temporada lluviosa de este año, al asegurar que se trata de una situación normal, Andrade destaca los niveles del río Orinoco.
El caudal de este afluente, comenzó en los mínimos históricos a principios de año, producto de la sequía, se recuperó y en agosto alcanzó su máximo de 16 metros, provocando alerta en Ciudad Bolívar, después bajó nuevamente y en noviembre, creció dos metros y medio, “cuando debía bajar, esa era la tendencia”.
Además, para Fermín la situación tampoco es normal, pues cree que están dados todos los factores para que se repita la situación meteorológica en Vargas, “nos debemos preparar para eso, pues la cantidad de lluvia en Vargas es similar o mayor a la del año 99″.
La diferencia entre aquella y la presente ocasión, es que se han creado estructuras dentro de las cuencas en las que hubo problemas, “se construyeron presas para controlar los sedimentos”.

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